domingo, 12 de octubre de 2014

A propósito del Ébola


Una vez más se ha pecado de exceso de confianza. De nuevo, imponer criterios distintos a los sanitarios está teniendo consecuencias tan graves como imprevisibles. La opinión pública está escandalizada y, de forma reiterada, nuestros gobernantes no están a la altura.

No existían protocolos estrictos y fiables que garantizasen la seguridad de las personas que atendieran a los enfermos de Ébola. No había garantía alguna de que, aún siendo deficientes, se iban a cumplir en su totalidad. No había medios, no había información, no había seguridad de que la enfermedad no se iba a propagar. Y todo ello porque, previamente, se habían desmantelado los centros que podían garantizar esto: El Hospital Carlos III, la Dirección General de Salud Pública…